en el reloj de la torre de la iglesia dieron las tres de la madrugada.
En la ventana volvió a ver la luz del alba que clareaba al mundo exterior.
En la ventana volvió a ver la luz del alba que clareaba al mundo exterior.
Después, contra su voluntad, su cabeza se hundió totalmente,
y su hocico despidió en débil y último aliento.
:: f.k ::
:: f.k ::